El Plan de Mediación se enmarca en un espíritu de dialogo e información permanente que respete las culturas y las necesidades básicas de los pueblos originarios.
Es por esto que se prepara de manera flexible y pragmática, y su nivel de detalle varía según el proyecto específico y la naturaleza de los efectos que deben atenderse. En general, según corresponda, todo Plan debe incluir los siguientes elementos:
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Información de línea de base, es decir, del perfil de las comunidades afectadas , sus circunstancias y medios de subsistencia, con una descripción y cuantificación de los recursos naturales de los cuales dependen.
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Análisis de los impactos, riesgos y oportunidades.
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Resultado de las consultas, con miras a la participación futura. Debe describir claramente el proceso de consulta permanente con los pueblos originarios y su participación, incluyendo a hombres y mujeres en el proceso de implementación y operación del proyecto.
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Plan de prevención, minimización y mitigación de los impactos negativos y de potenciación de los impactos positivos.
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Componente de gestión comunitaria de recursos naturales. Cuando sea pertinente, debe centrarse en los medios tendientes a garantizar la continuidad de las actividades esenciales para la supervivencia de estas comunidades y de sus prácticas tradicionales y culturales.
Ejemplos de estos ejercicios han sido experiencias como las vividas en relación con los pueblos Coyas, habitantes de la Puna jujeña. Con ellos hemos trabajado más de un año para orientar el proceso de faena de corderos y llamas en un ambiente higiénico sanitario aceptable, y así aseguramos la identidad de cada animal y el proceso de faena respetando normas sanitarias y cumpliendo con la seguridad alimentaria. Para esto resultó clave respetar su cultura, adecuar las normas a las realidades y tomarse el tiempo necesario para alcanzar la confianza del liderazgo grupal.